jueves, 10 de diciembre de 2009

De trenes, luces y batallas

Hoy tome un tren a las 8:45 de la mañana, como de costumbre reía con algunos amigos y no hubo nada de particular en el trayecto. Sin embargo el tren de las 19:15 fué distinto, depués de haber comenzado una batalla contra la peor parte de mi ser, de haber encañonado el arma en mi boca y sin saber si al apretar el gatillo lograré eliminar a la parte adecuada, alze una barrera acústica que me separaba de mi alrededor y subí al vagón. Solo con mi reflejo en el cristal el tren comenzó su camino, la noche había caído pero se observaban algunas luces, farolas cercanas a la vía y tintineantes destellos procedentes de barrios perifericos, así me sentía yo, inmerso en una oscuridad, en la que solo pequeñas lucecitas avivaban mi esperanza de tanto en tanto, tras escasos 3 minutos, entré en el tunel, ausencia completa de luz, miraba hacia fuera y el negro invadia mis pupilas, recordandome el pánico que se siente cuando hay tramos largos en que parece que ningun resquicio haya quedado para dejarte recobrar el aliento.

Entonces me percate de que solo miraba hacia fuera, pero el interior estaba lleno de luz, lleno de cosas bellas, de hermosos y variados desconocidos que hablaban, reian, miraban un libro de química o simplemente perdian su mirada en el horizonte del asiento delantero, pero todos ellos en el mismo vagón con destino a sus vidas.

Entendí entonces que en esos momentos dificiles, es cuando más cobra sentido el haber querido ser mejor de lo que eras y el haber caminado firme sobre tus principios, porque ese pequeño sol que ha nacido en tí, será el que mantenga la esperanza de volver a ver antes o después la luz del andén al final del trayecto.

Baje aún nervioso, deje que ese sentimiento estuviera dentro de mí y luego, tome el control. Pero hoy no estuve solo. Hoy escuche todas las voces sonando en mi cabeza y sentí que mis pies volvian a ser mios. No titubee, andé firme y atravese la puerta. Había salido.

La musica guió mis pasos y mis emociones, mi sonrisa dibujaba colores entre las luces navideñas del centro y goze de la paz de una batalla ganada. Al parecer, la bala había alcanzado su objetivo, seguramente este enrrabietado, y se que la guerra será larga, pero hoy al menos me atreví a enfrentarme a él, y hoy estoy más cerca de la victoria.

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